En 2014 cuando empezamos el proyecto Extremerinas la idea era diseñar productos de lana proveniendo de las ovejas merinas trashumantes de la dehesa extremeña. En esa época yo llevaba ya bastantes años diseñando textiles interiores y para exposiciones, siempre desde una perspectiva de sostenibilidad, pero fue en ese momento cuando me di cuenta de que esa dimensión debería destacar aún más en mi trabajo. Vi la necesidad de ir más allá de simplemente diseñar por diseñar. La utilización de la lana de ovejas locales como una de las herramientas para combatir el cambio climático, me pareció muy interesante. Por no decir absolutamente necesaria.

Compartimos las ganas de revalorizar la lana merina extremeña y devolverle el prestigio que tuvo históricamente, y evitar que acabe simplemente siendo un subproducto objeto de exportación a bajo precio, como ha sido la norma durante las últimas décadas.

Respeto por la materia prima

Yo tenía libertad para elegir el producto, la fabricación, el proceso, el lugar… Y la ganadería Cabello-Bravo ofreció los primeros kilos de lana para este incipiente proyecto. El diseño de mantas para sofá me pareció la opción obvia, al ser un producto sencillo, funcional y de utilidad. Aunque había hecho diseños para mantas con anterioridad, esta vez tenía que ocuparme de gestionar todo el proceso, desde el lavado y peinado de la lana, pasando por la hilatura, y los telares, hasta el batán y el remallo final. En un principio, al tratarse de pocos kilos de lana, me costó mucho tiempo dar con fábricas dispuestas a producir para mí en esas pequeñas cantidades, pero afortunadamente acabé encontrándolas, todas ellas regentadas por personas que se interesaron por mi proyecto. Y a partir de entonces empezó un largo camino de investigación y aprendizaje sobre la calidad del hilo y el tejido. Y de cientos de experimentos en los telares, para llegar a la manta como producto final.

Modernidad y tradición

Elegí la técnica de Jacquard, porque ofrece gran libertad a la hora de diseñar, sin tener que limitarse sólo a las tradicionales rayas y cuadros. Además, posibilita que las mantas puedan ser reversibles al elaborarse como un tejido de dos caras. Los telares se manejan por ordenador, y se puede realizar cualquier tipo de dibujo. Así, yo creo mis diseños digitalmente desde mi taller en Cuacos de Yuste y posteriormente los envio a la fábrica. Esta es la parte, digamos, “moderna” del proyecto. El resto del proceso,  o sea el lavado y el batán, sigue siendo un trabajo muy artesanal, que me impresiona siempre. Y esta combinación de tecnología moderna con métodos ancestrales me encanta por innovadora, o como dirían en Trashumancia y Naturaleza, por “retroinnovadora”, al conjugar modernidad y tradición para responder a retos y necesidades de nuestra vida cotidiana actual. Que esta combinación forme parte de la razón de ser de mis mantas me sirve de enorme estímulo para continuar.

Prendas de lana merina

Con la misma lana de estas ovejas merinas, elaboro prendas de una calidad extraordinaria

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